viernes, 12 de marzo de 2010

Doña Delfina


Doña Delfina es una de las primeras habitantes que se estableció en la comunidad de Venecia. Cuando era pequeña vivía alejada en la montaña en una finca para la cual trabajaban su padres, al contármelo, recuerda con cariño a sus patrones, como ella misma los llama, afirmando que eran personas buenas con las que siempre se podía contar.

Cuando se casó, construyó su casa en este lugar, pero la guerra marco su vida para siempre. Ella que amaba la libertad y el derecho del pueblo a vivir dignamente, supo afrontar con valor y espiritu de superación las circunstancias que le toco vivir, participando activamente en la lucha revolucionaria. A pesar de los años transcurridos sigue recordando con el terror pegado a las pupilas, el trotar de los caballos de la guardia nacional subiendo por el camino que llevaba a la montaña, sus gritos, sus amenazas...el horror hecho persona...Pero ni esto, ni la pérdida de su marido, cuando era aún joven y tenía 10 hijos a su cargo, consiguió mermar sus fuerzas, y siguió adelante, a veces triste, casi siempre sola, pero nunca abatida.



Nos saludo timida, con la mirada cabizbaja, caminando ágil a pesar de su edad por la tierra dura. Nos tiende la mano, y casi agazapada queda en una esquina de la criba, hundiendo sus manos negras en el amarillento café. La imitó y comienzo a pelar los granos también, de fondo escucho su voz, bajita, que penetra con palabras suaves y cuidadas como un hilo pendiendo de una enorme cascada que cae tímido a través de la roca. La veo lavar con fuerza la ropa manchada de sus hijos en la pila, la golpea dura contra la piedra, pero sus manos no se achantan, las miro fijamente intentando encontrar alguna herida, algún dureza...pero no hay nada, finas y lisas a pesar de todo, tiernas cuando estrecharon las mías...





No quiero contaros toda su historia, prefiero que lo leaIs en mi producto cuando este acabado, pero me gustaría describiros el lugar en el que vivía esta señora.



La casa es grande y antigua. Hace aproximadamente 33 años que se construyó . En ella se mezclan tonalidades grises, ocres y marrones. Es de piedra, ladrillo, cemento y adobe techada en chapa que hace de ella un horno humeante. en la cocina, que no parece una cocina un pequeño fuego para cocinar el arroz y los frigoles que sus hijos, sobretodo Tomás, recojen de sus parcelas de tierra.

En el comedor solamente un balancín de madera, un pequeño televisor en una esquina sobre una mesilla redonda tambén de madera, en el centro del salón, rodeados por nosotros, dos perros y una escoba como la de las brujas, y una incomodo maca. Como decoración un cuadro de la virgen, (porque aquí la gente no pierde la fe, aquí las personas siguen encontrando consuelo en la desesperación, y eso me parece algo admirable) que le regalo su nieta pequeña, a la que ve poco porque se marchó a la ciudad, un solo espejo en toda la casa, situado en este lugar, al lado del cuadro de su marido, que se ve borroso.



Es una casa oscura, pero no tan calurosa como me había imaginado al mirarla, las ventanas más que ventanas, parecen huecos, pequeñas dentelladas en la estructura. Hay dos habitaciones con bastante espacio, en las que se esparcen trastos que no llego a distinguir con claridad, dentro de ellas literas de madera.

Dos grandes y frondosos Matasanos custodian la casa desde la entrada, y además dan rica fruta para alimentar a la familia. A la derecha, un patio cercado con árboles pequeños, naranjos y guayaba. Un camino polvoriento, como todo, adornado cno patitos, una pequeña planta que da flores también pequeñas pero hermosas, violetas y blancas. Las gallinas revoloteando por todo el campo sobre el cafe. Detrás el gallinero, que construyeron enun proyecto llevado a cabo por la Alcaldía, pero al cuál las gallinas no se acostumbran, tal y como nos explica delfina, a ellas les gusta más andar correteando libres por el campo y no quedarse en un espacio delimitado que nisiquiera ellas han elejido....dicen que los animales se parecen a los dueños, pienso para mis adentros sin atreverme a decirlo en voz alta...



1 comentario:

  1. Yo no escuché la historia de Doña Delfina, y espero que me la cuentes un día de estos, a ser posible antes de partir hacia la civilización incivilizada. Me ha encantado la forma en la que has hablado de ella, los detalles, y el mensaje que queda de fondo.
    Sigue escribiendo así, apasionándote tanto por las cosas y no cambies.
    Un beso grande de la que te pide el quitaesmaelte :)

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